Como homenaje a esta divinidad los romanos se reunían, bebían vino y se entregaban a los placeres de la carne sin limitación alguna. Al parecer en el año 186 antes Cristo. el adusto Senado romano prohibió legalmente este tipo de celebraciones desenfrenadas, pero poco pudo hacer por encauzar los gustos festivos de sus ciudadanos Romanos, que no abandonaron esta costumbre ritual hasta que cayó el Imperio.

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